jueves, octubre 11

BENDITA SANTIDAD

Hoy tengo anhelos de flores…

Unas calas sobre mi escritorio llenarían de colores este indeciso día de ¿primavera?.
O mejor unos tulipanes, del color que quieran, ahí al lado de las pantallas serían cómplices de esta celebración en silencio.
O un ramito de esas, de las que vas recogiendo camino a la oficina. Si algo extraño del año en La Pintana, es que desde esa ventana veía verde, flores y cielo. Hoy desde mi oficina de Suecia veo autos, departamentos, más autos, más departamentos.

Hoy es mi santo. (Efecto música: Estas son las mañanitas, que cantaba el Rey David…etc, etc)

Y la verdad es que santa, santa del verbo santa… mmm.
Santa de esas que camino y por la calle y la gente dice “miren, ahí va la santa!”, ósea no.
Santa de las que no necesitan prender la luz en la noche porque la aureola ilumina todo a su paso… la verdad y entre nosotros, no.
Pero en camino, jajajaja… con algunos retrocesos pero en camino.

Así que mejor hoy vamos a celebrar el día del privilegio de tener un Ángel de la Guarda que hace hasta lo imposible por llevarme por el camino correcto y créanme que eso es pega.

Este año, el brillo de mi aureola necesita unos retoques de brillantina, de esa misma con que embetunábamos las tarjetas y cuanto recuerdo hacíamos en los gloriosos tiempos de pastoral juvenil.

Temo que envejecer (que no es otra cosa que caminar rumbo a la eternidad) me ha transformado en una mujer más práctica.

Antes me atormentaba buscando solución a los conflictos con relaciones en franca agonía. Por un tiempo me llene de culpas, de miedos, de paciencia para escuchar cuanta tontera quisieran decirme, de cuestionar mis sentimientos, de esperar los regresos de fantasmas. Incluso llegue a creer que era una mala persona.

Hoy volví a escuchar las caricias de mi custodio celestial y me he alejado de las voces que sólo me hacían daño, acepte que la distancia es, a veces, el único camino y es mejor cuidar el amor de la ira que sólo mancha los recuerdos. Deje de esconderme en el recuerdo de un amor que no era nada más que un espejismo y lloré intensamente al asumir que él no existía.
Aprendí en silencio que las buenas intenciones pueden ser desvirtuadas por una mala interpretación y que un correo electrónico, un mensaje de teléfono o una llamada pos 23 horas pueden marcar la vida.

Blanco o negro me han preguntado y elegí blanco.

Feliz santo dulce compañía. No me desampares ni de noche cuando duermo, ni de noche cuando salgo, ni de noche cuando sueño, ni de noche desvelada…
No me desampares ni de día en medio del tsunami en que trabajo, ni de día en la familia, ni de día cuando no sé tomar decisiones, ni de día cuando la primavera me pone como quinceañera…
Y en la hora de la gran llamada, cuando me guíes al Amor primero, aprieta fuerte mi mano que podría desmayarme si Él me sonríe.

Shole.

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