martes, octubre 9

Sábado de matrimonio


El sábado se caso Paula. Lo hizo con su “chiquitín”, con el hombre que hace tres años se transformó en uno de sus primeros pensamientos de la mañana y en el último suspiro de cada noche.

Patricio se llama el afortunado. Pato para los amigos. Pato desde el día que vino acompañar a mi al trabajo mientras esperaban un resultado médico y conversamos de lo divino y lo humano.

Fue una celebración hermosa… ¿quieres ser mi esposa?... si quiero…. Entonces, porque te amo y no me imagino un futuro sin ti te tomo como MI esposa, en lo favorable y en lo adverso, en la salud y en la enfermedad, cuando haya pega y cuando seamos cesantes, ahora que somos jóvenes y cuando el velador este lleno de remedios… (snifff!!!)

Una mención especial para el coro… creo que tenemos un nuevo pituto y esta vez pagado. Nos pasamos!!

La fiesta fue arriba, muy arriba, tan arriba que me perdí, tan arriba que las estrellas se podían tocar. ¿O sería la compañía?.
Una mesa agradable, llena de risas, de complicidad y en una ubicación privilegiada. Que honor! En la mesa de los amigos de la novia. Bailamos hasta que nos dio hipo. Baile con dos. Baile con espalda continua. Baile siempre con zapatos porque los tacos eran maravillosos.

Indescriptible el regreso a la comuna de las Flores… Valparaíso, chorrillana, risas, mariscos, vasos, amanecer, fotos, cotellón, café, más risas, historia, periódico, mi casa, mi cama.

Soy feliz como una lombriz!


Y el chiquillo?… el chiquillo afirma con la más pueril vehemencia que después de la novia ella era la que más le gustaba…. Y la chiquilla reacciona con su acostumbrada indiferencia y su voz interna le grita que no olvide cuantos años tiene. Y el chiquillo le regala un par de rosas y la chiquilla lo mira distante cuestionando sus actitudes aunque sus ojos brillan como una quinceañera.
Y el chiquillo baila a su lado aunque ella esta con pareja y la chiquilla se pregunta en qué estaba cuando afirmo que se parecía al pasado, pues reconoce en medio de la pista y en ritmo de regetón, que no tiene nada de “él” y acepta que hace un tiempo el chiquillo sólo le recuerda al chiquillo.



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