martes, septiembre 12

LA VIDA TE DA SORPRESAS...

Hoy, tras algún tiempo de sequía de detalles de esos que te originan mariposas en la guata, recibí un mensaje de “él” deseándome un feliz santo. Bueno, para aquellos que lo ignoren, mi primer nombre es María y como en nuestro país los nombres compuestos no se usan – al menos en mi barrio- antes de ser María, fui Soledad.
Aunque esto de mi nombre siempre ha sido un lío.
En una sala de espera del trámite que quieras, siempre que llaman a “María González”, no me siento aludida, ni en lo más mínimo. Hasta que una hiperventilada enfermera o secretaria me llama casi a gritos “María Soledad Gonzáaaalez”. Ups!, Nadie puede.
Igualmente lo del nombre compuesto ha sido una señal de alerta con el humor de mis padres. Cuando mi dulce progenitora me llamaba así, sólo había que prepararse para un buen reto.
En fin, el tema es otro: su mensaje.
Bueno, junto a las buenas intenciones de un nuevo santo no venía ni un abrazo, ni un beso, ni un simple TQM. Nada.
Nada que me haga pensar en que me extraña, hecho que es casi una anécdota después de que lo escuche hablar de una “ella”, mujer que según los rumores conoceré pronto. De regreso de mi almuerzo, caminando por plena avenida Suecia recordé dos hechos puntuales de cuando mi mirada se perdía en su sonrisa.
Lo primero fueron nuestros ataques de risa, sentados en diversos lugares y en horas inimaginables nos reíamos de todos y de todo. Podíamos hablar de la vida, de los sueños, del trabajo, de los miedos, sin dar espacio a lo escondido, sin dejar nada en la duda. Reíamos de lo bueno, de lo malo y sobre todo, sonreía por tener sus manos junto a las mías.
Y lo segundo fue una frase, una frase que algunas noches se escabulle en mis sueños y que resuena como eco de condena. “Mi niña, si sólo supieras cuanto te amo… te he dejado tan sola, pero ahora vamos a recuperar todo el tiempo perdido. Te prometo que jamás te haré daño”.
Que lejanas palabras, tanta agua que paso bajo nuestro río, tanta y de color tan negro… Gracias a Dios que puedo afirmar que el dolor ya paso… hoy la nostalgia de su mensaje me hace recordar sólo los buenos momentos. Dicen que extrañar es el inicio de comprender… y que el amor del bueno nunca deja de latir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

aunque la vida te llene de sorpresas hay algunas que marcan días, semanas, meses...y aunque ya no sea tema, sigo extrtañando esas rizotadas y caminatas llenas de buenas conversaciones y cariño sin medidad...te sigo queriendo y a veces deseo que tenerte muy cerca y abrazarte y decirtelo, pero mi miedo es mayor a veces. otras te veo muy segura de tu nueva atapa que no quisiera interrumpirla con hechos que, aunque lejanos, parecieran que hubieran sido ayer...y no necesito firmar con mi nombre por que sabes quien soy...tu niño...

Anónimo dijo...

Toda decisión, asertiva o errónea, es correcta
mientras se asuman todas las consecuencias.
No dudo que aquellas hojas en blanco albergaran grandes historias...eres una gran mujer.

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