“No dijo nada que sea más bello que su silencio”. Ese sería el epitafio perfecto para esta brujilla de 24 años que reparte las 29 horas de sus días entre los requerimientos familiares, el trabajo, el instituto y sus amigos.
Karen Alejandra Miranda Moreno, la Karencia, apareció en mi vida por ser la amiga de mi amiga. Su capacidad de escuchar y mi talento para hablar hizo que los encuentros fueran más seguidos y las conversaciones más largas.
Siempre al tanto de lo último en tecnología, me asusta con sus preguntas sobre todo lo que puedas imaginar. Espera pacientemente que investigue y le explique con la misma ternura con que me escucha cuando le digo:”sabes, la cague” y relato el último capitulo de la novela de amor que cruza mi vida.
A veces pasan días en que no sabemos nada de la otra, más que saludarnos por MSN o compartir la camioneta de mi papá en las mañanas. Pero siempre esta presente cuando aún ni me doy cuenta que la necesito.
Hace algunos años me transforme en su apoderado ya que se aventuro a trasnochar mucho, descansar poco y lograr un titulo en el duro vespertino combinado con trabajo. Otro gran factor en común. Hoy recuerdos los llamados a las 3 y tanto de la madrugada para saber de un concepto o pedir una clave de Internet con la naturalidad de las tres de la tarde. Cada noche que me quedaba estudiando sabia que unas cuadras más al oriente estaba mi amiga en lo mismo.
No sé si le he dicho lo orgullosa que estoy de sus esfuerzos… es la primera de su familia en acceder a los estudios superiores. Se ha pagado ella cada matricula, semestre, cuaderno y libro. Y más encima me asusta con las amenazas que va a reprobar todos los ramos y al final de cada período recibo una cartola – con algunos rojos- pero con promedios sobre 5. Si es hasta “ñoña”.
Se pierde de todo cumpleaños, aniversario y carrete varios en los períodos de prueba y ha aprendido a sobrellevar su mal humor cuando quiere estudiar los domingos y debe cohabitar con el jardín infantil de sus sobrinos y primos en todos los grados.
Soñamos con tener mucho dinero para viajar a muchos lugares y tener cámaras digitales para sacar las fotos más bellas del universo. Soy su banco y ella mi aval. Te debo esto, te pago lo otro, oye y si vamos al cine- sólo si no tienes prueba-…
En su casa, soy la patuda que se sienta en la cabecera y administra la Coca- Cola, mientras algunos se sorprenden que no brinde con el tinto del güeno con el patrón de este fundo.
En la mía, ella es mi amiga que más conversa con mi viejo, con quien pelea por limpiar con pan el plato donde se preparo la palta y que no espera invitación para sentarse a tomar once. Nos malcría con pan amasado y frambuesas.
Juntas, somos irresponsables. Podemos ver amanecer conversando en la mitad de México con Santa Julia mientras nos recordamos mutuamente lo mucho que debemos estudiar… de hecho los rateros nos pillaron juntas un domingo de lluvia.
Mc Donals es nuestro centro de operaciones y prometemos que sólo será una vez al mes. Pero la verdad es que las papas fritas, empanadas de queso y los recién descubierto nuggets de pollo son nuestra debilidad de invierno… porque en verano los helados con mil cosas nos retienen en el barrio de Providencia. Siendo honesta, las dietas no son nuestro fuerte.
Han sido tiempos duros para mi MiriMiri, creo que es por eso lo que me ha motivado almorzar escribiendo estas líneas. – Sin considerar que es mi fiel lectora y critica especializada - . Su papá esta enfermo hace meses y ambas tememos que el diagnostico no será lo favorable que esperamos. En silencio nos hemos preparado para lo peor… con la esperanza en lo mejor.
Estamos juntas en este bote y ambas conocemos la tormenta. Si quieres despertarlo, no dudes que te ayudo a gritar… pero si aceptas confiar aún en la mitad del miedo, con toda la pena y sin saber cuando va a pasar, sólo debes apretar tus dedos pues mi mano esta en la tuya y aprendemos juntas lo grande que es la fe a los pies de la cruz.
Tu Shole.
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