jueves, abril 9

Un año desde mi operación


“Yo no soy la misma mujer que entro al hospital, pero las enseñanzas de estos 17 días en Marcoleta aún no los puedo comprender y creo que las iré descubriendo en la medida que pase este año y el resto de mi vida”… Con estas palabras brinde junto a mi familia y amigos mis 31 años. Habían pasado sólo 3 días desde que había regresado a casa y aún en mi cuerpo había un drenaje y el dolor era un compañero permanente. Esto es lo primero que pienso cuando hoy se cumple un año de mi operación.

Fue un lunes, antes de las 8 y media de la mañana cuando llamo la secretaria del hospital y me dice que los exámenes realizados el jueves anterior indican que lo mejor es que me opere a la brevedad y por ello ese miércoles debía presentarme a primera hora en el clínico de la católica. ¿Sentí miedo?... no, estaba ansiosa, quería poner los valores que tanto predico a prueba sobre ese pabellón y sobre todo quería saber si mi fe era de papel o había madurado junto a este proyecto de mujer en que me he transformado.

José Ignacio Fernández fue el hombre. Tenía los ojos claros y se esforzaba por transmitirme seguridad. La bendición de mi mamá que quedo en el pasillo junto a mi hermano y la Karen se me repetía en los oídos. Quería estar atenta a todo pues irónicamente pensaba que sería mi único pabellón y quería disfrutarlo. Incluso sonreía.

Sólo una frase antes de rendirme a la anestesia. “Yo sé que ustedes hacen esto todos los días mas es mi única vida, así que con cuidado”. Antes de dormir sólo escuche una frase que me inquieto “y si le hacemos un bypass antes de una manga”, opinión del Dr. Pimentel.

Mi regreso a la lucidez fue sereno, cualquier dolor era borrado con la suave morfina y una aparición me hiso dudar si aún estaba en el reino de los vivos. Mi Toty me explica que mamá va rumbo a cuidar a la Oti y que la operación fue muy, muy larga y que fueron momentos tensos pues no había una respuesta clara de pabellón.

Fernández llego a conversar conmigo, me explica en termino complicados que mi hígado está limpio, que una bolsa de grasa ya no existe, que me realizo un bypass que me ayudará a bajar de peso y limpiar el organismo y que los tejidos ya estaba todos es biopsia pero que por su experiencia no hay nada de qué preocuparse, situación que me es confirmada con certeza a los diez días siguientes. Y que desde ahora todo depende de mí y podría regresar a mi casa en 4 días.

Todo casi normal hasta que llego la fiebre.

Esa historia casi todos la conocen. A las tres semanas de la operación y luego de tres días en espera que los medicamentos me controlaran lo que se suponía era un simple punto infectado, regrese al hospital con filtración, principios de septicemia, con taquicardias y un miedo que no lograba controlar. Los hechos de ahí se confunden, quizás los estoy olvidado pero me quedo con lo esencial.

Mientras estaba conectada a todo lo que se puedan imaginar a mi lado siempre estuvo la fortaleza de mi madre, que con sus ojos rojos de pena me daba tranquilidad y me prometía que todo se iba acabar pronto. Mi Papá y su serenidad, bastaba que entrara y yo lloraba, quizás lo único que deseaba era que me sacara de ahí, pero su mano fuerte me enseño a tener paciencia.

Mi José, que de bata blanca se confundía con los médicos y lograba entrar fuera del horario permitido y me repetía que luchara, que las cosas iban a mejorar pero que no tenía que rendirme. Mi Toty, al inicio en silencio y luego exigiendo que me levantara…

La fuerza de mi familia de Quilpué. Las visitas inolvidables de Alicia, Sergio, Caco, Kathia y Javier preguntándome si me dolía…

Tamara y Karen fueron apoyo para mis viejos y para mí, que duro habría sido aquellos días sin sus visitas a diario. Héctor me dejo un mensaje en mi celular que escuche muchas veces para suavizar las largas noches en vigilia. Mi Lu asustado llego de sorpresa sólo para pedir una promesa: que no me iba a morir y yo entre risas le explico que lo estoy evitando. Y muchos más…

La Pily y sus mensajes que los podía leer cuando me traían el celular, mi mamá Celia, mi Nanuka, mi mono, mis compadres, Solange, Manuel Paz y su madre, tantas visitas inesperadas, tanto cariño gratuito y mi Señor que llego cada día a mi cada en el misterio de la Comunión. Sé que me queda gente por mencionar… pero quiero agradecer a todos los que me fueron a visitar, a todos los que me llamaron por teléfono, a todos los rezaron… tantos ellos están en mi corazón y son parte de lo no publicado de esta historia.

Hoy es un año del inicio de esta historia, de la segunda parte de mi vida…. Y lo importante es que es verdad, ya no soy la mujer que entro al hospital y no sólo tiene que ver con los 50 kilos menos que tiene mi cuerpo, ni en la alegría de encontrar ropa en las tiendas, ni en sorprenderme que un hombre guapo me hable en el metro y me invite a tomar un café… no es sólo eso… lo realmente importante es que comprobé que mi Dios no vive sólo en el templo, sino que habita realmente en mi corazón.

Que puedo salir llorando de dolor de un pabellón y entrar muerta de miedo rogándole al doctor que no me matara pero aún en ese momento pude creer, pude confiar, pude esperar…

Porque no por tener 30 años deje de ser la niña que necesita ser consolada por su mamá… porque sin su apoyo incondicional nada de esta historia sería real. Porque sin sus cuidados, su fuerza, su empuje no me habría recuperado.

Porque aprendí que mi papá es el hombre más sereno del mundo, que su calma en la crisis me da confianza, porque cada noche al dejarme dormida en el hospital sabía que nada podía volver a ocurrir… porque ha sido el único que siempre me ha encontrado bella.

Porque sin mi Joshe no podría haberme vuelto a descubrir, por las caminatas en el hospital, por sacarme de mis dudas, de mis miedos médicos. Por enseñarme a cuidarme. Porque a su lado todo informe médico es entendible.

Porque descubrí la fortaleza de mi Toty al exigirme que me pusiera de pie, por ser mi amiga y mi consuelo. Por recordarme siempre que las lukas no son más que eso, lukas… que siempre tendré tiempo para cumplir mis sueños y que hay que luchar por lo que creo justo. Porque ha sido su ropero el que me ha ayudado estos meses, porque nunca olvidare el día que me dijo basta de llorar.

Por mi Alicia, que de tía es ahora una amiga… cuyo pacto de cuidado nuevo se sello un 8 de mayo y silencioso testigo es mi cuaderno azul.

Porque sobreviví a cuatro pabellones cuando en teoría era sólo uno.

Valió la pena porque si bien sabía que tenía amigas todo terreno, otra cosa es tener cada día la visita inagotable de Karen y Tamara. Frente a ellas aprendí a dejarme ser cuidada, que cuando no puedo es más fácil asumirlo y que a veces necesito que me lleven a casa. Que mi drenaje nunca fue impedimento para trabajar, caminar, andar en micro pero más lento.

Porque gracias a esta experiencia conocí la incondicionalidad de Héctor, quien en su lenguaje y en sus formas siempre ha estado conmigo… esa parte que no se explicar pero si me faltas te extraño…

Por la incondicionalidad de Paula Carcamo, Francisco Huidobro y Darío Paya.

Gracias…

Gracias a Dios por permitirme seguir como peregrina

Gracias por ser parte de este año de lucha.

Y aunque aún queda camino por recorrer y una gran deuda que pagar, ésta ha sido una gran lección para la mujer que con la ayuda de Dios quiero ser.

Sole

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡¡Grande Sole!!!

q u i n o ƒ ƒ dijo...

Qué orgullo leerte. Yo sólo hablo de mis gustos, pero tú tienes la valentía de compartir todo tu mundo. Por eso siempre serás mi heroína, claro que soy un fan bastante autista, pero es lo que hay...
Muchos besos!

Anónimo dijo...

sole jjajjjja obviamente me tienes que reonocer soy tu prima cami y mi prima tan periodista que es me siento orgullosa de tener primos como ustedes chau

Anónimo dijo...

Mi linda y hermosa sobrina, no sabes cuanto te quiero, me siento muy orgulloso de ti.Desde ese 17 de mayo por aquellos años,fuiste , eres y seras la sobrina mas linda y hermosa de todo el mundo.Besos

Francisco Javier dijo...

Te felicito, realmente lindo tu testimonio. Voy ´por un camino muy parecido, acabo de cumplir 5 meses de esa experiencia

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