Existen fechas que son como fantasmas en la mitad del cementerio. Todos sabemos que puede que existan, pero sólo algunos son capaces de verlos. Así es para mí el 21 de julio.
Para todos es un día más, en lo personal es un día que recuerda que tome malas decisiones, que las prioridades del trabajo, los miedos de ser dependiente de otro, mi extrema preocupación por el qué dirán terminó agotando la paciencia de un amor que me hizo fuerte y dichosa.
Un día como hoy saque de mi mano un anillo y lo lance al viento.
Un día como hoy baje las escaleras y los busque hasta que lo encontré.
Quizás no debí haberlo hecho, el camino correcto era aceptar su decisión y dar dos pasos atrás. Olvidar el proyecto hecho de a dos y empezar de cero la búsqueda de un compañero de travesía, con quien compartir los detalles que trae la vida y descubrir los nuevos tiempos del verbo amar.
Pero no… no lo hice.
No me planteé el olvido y quise luchar con todo lo que poseía por revivir la magia que nos unía. Fracase en mi intento de volver a conquistarlo, en ser su amiga y compañera de ruta.
Actualmente la tristeza no se sienta en mi falda, me considero valiente porque lo viví y lo feliz que fui al vivir esta relación, que si bien nunca se llamo pololeo, es una de las más importantes de mi historia.
Cuando mis ojos brillaban en su mirada y mi sonrisa nacía cerca de él, la vida tenía colores hermosos. Junto a él supere muchos temores, descubrí que la vida no era una estructura que respondía a efectos y consecuencias, sino era una aventura que no tiene escrito el final y que nada de lo que quieres es permanente. Que muta en directa relación de lo que vas adquiriendo en tu esencia y que tu corazón late con el amor, más que con los éxitos y los aplausos externos.
Que no hubo problema que me angustiara cuando su apoyo se transformo en abrazo de oso y desafío para buscar soluciones.
No existió mayor alegría que aceptar que era parte de sus planes.
El mejor panorama era estar juntos, sin preocuparnos donde y con qué.
Si eso no era amor, creo que lo que vivimos fue un sueño de un par de enamorados, que se conocieron de niños y se entregaron a los dictámenes de una amistad con algo más.
Hoy él ya no esta a mi lado y el silencio se acomodó entre nosotros. Quisiera tener el valor de sonreír cuando lo veo y confesarle que anhelo tener la capacidad de regresar el tiempo atrás y aprender a caminar de su mano sin preocuparme de los daños a terceros.
En el mundo real, esto que vive escondido en mi esencia se transformo en oración. Le he pedido al Dios que conoce nuestra historia, que bendiga cada uno de sus pasos y proyectos. Que en su vida el amor sea un compañero real y concreto. Que cuando él duerma le diga muy bajito que nunca olvide la grandeza de su entrega, que merece ser feliz de verdad y no por rutina supuesta, que no hay palabras para agradecer todo lo que hace nacer en mí y que el amor fue capaz de borrar el dolor de los malos entendidos y las frases a medias.
Donde estés y en compañía de quien sea, que la paz sea tu compañera…
2 comentarios:
Ahora comprendo el silencio y la tristeza de tu mirada del día de hoy. Es cosa de tiempo y tu sonrisa vale la paciencia del mundo. Portate bien el fin de semana.
QUé OnDA Mi SolGOnaRa???
Acaso, ya olvidaste que la vida tenemos que construirla de eso que tanto te abruma.
Los SENTIMIENTOS, cuales sean, nos aportan fuerza y estimulan nuestro deseo de continuar.
Si ayer pudimos sufrir con intensidad, te aseguro que hoy podemos ser felices sin cuestionar nada.
El pasado sólo construye nuestra historia, adelante nos espera una vida increíble.
En lo nuevo está lo entretenido...
Te Kiero Un Montón.
La Cyn
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